Mundialización. Estado de las cosas

Seminario internazionale ACRA 99
Contact: inioax@oax1.telmex.net.mx

Attacbouton.jpg (1599 bytes)

SEMINARIO INTERNAZIONALE  ACRA 99

TESTE DI LEGNO: PENSARE E AGIRE IN ECOSISTEMI TROPICALI

Milano 11 – 12 /06/99

Pueblos y Ecosistemas Tropicales, entre el Mercado y la Etica.

Nemesio J. Rodriguez

INI / PNUD

Procida, junio – Oaxaca, julio 1999.

Regina  - E chi e alla testa quell’esercito?
   
Chi e il loro signore?

  Coro      - Si gloriano di non essere schiavi
             
di nessun uomo, a nessum uomo subditi”.

Eschilo. “I Persiani”.

“Por más exquisito y saludable que sea, ningún conocimiento
me complacerá mientras sea yo el único que lo sepa. Si la
sabiduría se diera a condición de tenerla encerrada y de no
comunicarla, yo la rechazaría: sin alguien con quien compartirla,
no resulta agradable la posesión de bien alguno”.

Seneca. “Cartas a Lucilio”.

a).- Contexto Macro.

Si la idea básica y primigenia es la de compartir y transmitir preocupaciones, mas que soluciones, el área intertropical es uno de los campos privilegiados del mundo contemporáneo. Recorrer con la simple mirada, ni inocente ni exotista, un Atlas nos revela que  ese espacio  encierra la mayor biodiversidad del planeta, también el lugar de concurrencia de la mayor diversidad  cultural y  lingüística. Revisar, sin entrar en muchos detalles, las estadísticas mundiales que se refieren a las condiciones de vida de las poblaciones que los trópicos cobijan, los datos nos hablan de procesos de vertiginoso deterioro de la vida y las culturas: desertificacion; cambio climático; perdida de la materia orgánica de los suelos; incapacidad de sostener los sistemas básicos alimentarios; hambrunas; migraciones forzadas; contaminación de los recursos de agua dulce; epidemias y pandemias recurrentes; transformación de sistemas selváticos y forestales en pasturas para ganadería extensiva; extracción masificada de recursos naturales renovables y no renovables; sistemas de salud publica  prácticamente inexistentes; estructuras educativas inoperantes; desempleo creciente; promoción y defensa de derechos humanos insuficientes; marginalidad extendida; ruptura de tejidos sociales; corrupción de la administración publica; perdidas de sistemas simbólicos y de referencia; sistemas de democracia formal sin legitimidad social; violencia intrafamiliar y social; ingobernabilidad recurrente; proliferación de señores de la guerra; polarización en la distribución de la riqueza; enajenación tecnológica; trafico de estupefacientes, de armas, de flora y fauna y de personas (mujeres, adolescentes y niños); urbanización caótica; fundamentalismos violentos de distintos credos, mesianismos exacerbados;  entre otros muchos puntos de referencias posibles. Paralelamente, y de manera obstinada, ese mismo territorio encierra una rica y variada experiencia libertaria, de resistencia, preservación de la vida y las culturas, rescate de las memorias y construcciones de alternativas que fundan y refundan el quehacer social, cimentando la esperanza, a través de organizaciones locales y regionales que expresan la búsqueda, raramente exitosa, de una calidad de vida distinta.

Es por observar, vivir y convivir y compartir, estas condiciones (alguna de ellas en variadas combinaciones y espacios) que surge la preocupación fundamental alrededor de encontrar instrumentos que permitan sortear y diluir el azoro y cierta parálisis colectiva reinante, en el pensar y en el hacer, ante los vertiginosos fenómenos sociopoliticos, en los últimos 10 años, producidos a escala mundial. Fenómenos que han constreñido, reducido y excluido de la toma de decisiones publicas y sobre su vida cotidiana a creciente población en una escala nunca vista en la historia humana. Los procesos, en curso, de dominación y apropiación de riqueza y recursos en gran escala, impulsados por la internacionalización económica o globalizacion de los intercambios financieros y comerciales son consecuencias lógicas, o soluciones de continuidad, del desarrollo capitalista contemporáneo, con firmes raíces en manifestaciones históricas coloniales e imperialistas. Hoy hay que tener en cuenta, para cualquier reflexión macro, que el 80% de los intercambios económicos mundiales se realizan entre transnacionales y que el 40 % de los mismos es al interior de las inmensas corporaciones; esta situación se disfraza con un inmenso aparato ideológico que esta logrando imponer al “libre mercado”, o más bien al mercado a secas, como el paradigma de la vida y la cultura de la sociedad mundial a la que “se” aspira.

 

b).- Aproximación 1

Si bien creemos que estamos lejos de las “inocentes” formulaciones, sobre conservación y desarrollo, que se hicieron al principio de los años setenta, los impactos de los proyectos implementados todavía dejan mucho que desear. No solamente no se ha logrado la generación de proyectos de desarrollo sustentable como parte integrante de la gestión civil en la cosa publica sino que, además, las situaciones provocadas por los procesos de globalizacion económica conducen, cada vez mas, a las sociedades rurales a una condición de acoso ante la perdida constante de espacios propios de decisión y gestión y al drenaje permanente de sus recursos naturales y de las bases concretas de su reproducción como pueblos. En América Latina, lo anterior se acentúa cuando estos proyectos se implementan en territorios de los pueblos indios.

Respecto a lo anterior hay una serie de problemáticas encadenadas que tienen que ver, básicamente, con dos concepciones enfrentadas alrededor del desarrollo y su relación especifica con el sistema de poder local- regional. Si tomamos el desarrollo como acumulación de cosas, tal cual se mide el Producto Interno Bruto, la forma de pensar y planificar es totalmente sectorial y las cosas se miden tanto por su capacidad, presente o futura de concurrir al mercado y hacer circular dinero, como por la aplicación de tecnologías de alta integración de información y capital y la eficiencia en su productividad. Esta forma siempre va acompañada de sucesivas normativizaciones complejas que, bajo la cara de la legalización permiten la transferencia de la riqueza social y natural a sectores extrarregionales e internacionales.

La otra visión concibe al desarrollo como despliegue de potencialidades, en donde el pensar, el planificar y el hacer son, básicamente, holisticos. Es decir se parte de una concepción de complejidad en la cual la riqueza, social y natural, tienen que responder, directa y efectivamente, a cubrir necesidades sociales partiendo de pendientes culturales en relación complementaria con el nicho ecológico eligiendo y utilizando tecnologías adecuadas en lo social, en lo cultural, en lo ambiental y en lo espiritual; y las normativizaciones se relacionan con el cuidado y protección de la sociedad en su conjunto y de las relaciones de esta con la naturaleza.

Al tener en consideración estas dos concepciones básicas para la formulación, gestión y evaluación de proyectos de desarrollo sustentable podemos definir los resultados en uno u otro sentido; es decir en el de la sociedad local o en su contrario. Hay una distancia ética entre las dos. Esta consideración permite, en concreto, definir tanto los objetivos y metas de los proyectos y los mecanismos socio-culturales que se ponen en juego como el tamaño de su viabilidad, las tecnologías a utilizar, la producción del conocimiento y las informaciones necesarias y los recursos requeridos en una temporalidad establecida. De la elección básica de tipo de desarrollo fundante del proyecto dependerá la gestión socio-ambiental que se logre y, lo que es decisivo, el nivel de participación de la sociedad local-regional en el mismo. En general y pese a todo el discurso existente sobre la participación social en proyectos de desarrollo con gestión ambiental, esta es deficiente. Es decir, aquí también hay un mal de origen o de fundamento. La decisión primera de que proyecto en cual territorio es tomada, en general, por fuera y por encima de la población local. A esta ultima se la convoca a participar en el cómo se desarrollara el proyecto, en el mejor de los casos, y no en la conveniencia o inconveniencia del mismo. Además, esta decisión, en general, responde a determinaciones totalmente extralocales y va acompañada por una disponibilidad de recursos financieros que hay urgencia de gastar. Es decir, en alguna oficina de una Fundación, organismo internacional, de la Banca Multilateral o de una de las grandes organizaciones no-gubernamentales se decide que lo “urgente” hoy es proteger y salvar a los mamíferos acuáticos o a las selvas altas perennifolias o a la papilus esperanza en tanto mariposa endémica y con pocos ejemplares y para lo anterior se fija un presupuesto que se pone a disposición de quienes acepten trabajar en esos temas; pero, como en la región elegida hay población autóctona se decide que hay que hacer “un proyecto de desarrollo sustentable”. La prioridad y la urgencia, acompañadas por el dinero a gastar en regiones empobrecidas, social y naturalmente, generan problemas en la población local a la cual se le impone la temática y lo del desarrollo sustentable, con todo lo de integral que tiene, queda supeditado a una gestión externa con un eje temático unidireccionalmente impuesto y con una administración financiera controlada externamente y no al revés. Es decir que la gestión social del desarrollo amplio, en tanto producto de un dialogo intercultural que no se da, es solo la excusa para imponer una administración externa que verticalmente decide sobre que es importante y prioritario y que no lo es.

Lo del dialogo intercultural es otro de los puntos clave en la formulación y gestión de cualquier proyecto de desarrollo sustentable. Es decir que es a partir de ahí donde se da la verdadera participación. Hemos hecho el esfuerzo del dialogo interdisciplinario, pero nos hemos quedado limitados en el entendimiento del “otro” como interlocutor valido para la decisión, formulación, gestión y evaluación de los proyectos dizque de desarrollo sustentable. Y esto, básicamente, por la poca consideración que los planificadores tienen de los hechos e interpretaciones culturales que cada pueblo tiene sobre su medio ambiente y sus significados.

 

c).- Cerco Contextual.

El proceso de mundializacion económica o globalizacion, en curso, promueve una visión del fenómeno que ampara el status quo; genera una ideología conservadora y ahistorica al pretender que lo que esta pasando es inexorable y permanente ya que responde a las “necesidades del mercado”; y el mercado es propuesto como el origen y el fin de la vida social. La internacionalización económica es un proceso económico y, también, político. Y en tanto político, desdibuja la democracia rebajándola a democracia de mercado, por encima de los derechos y garantías individuales, sociales y colectivas. Y esto lo hace institucionalizando los ajustes macro – económicos y transfiriendo el capital social y natural, de distintos territorios, producto de trabajo a la esfera privada con lo cual garantiza, de nueva cuenta, la expansión del capital. Es decir que en lo ideológico y en lo político se justifican tanto las desigualdades preexistentes como las  nuevas inequidades. Y estos fenómenos son más compulsivos en los países que fueron llamados “sub - desarrollados”, luego “dependientes” y ahora, muchos de ellos, “emergentes”. Se plantea a las poblaciones de estos países que, si son disciplinados con las políticas económicas, monetarias y financieras impuestas (vía Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, y el Grupo de los 7) llegaran, en un plazo ambiguo, a equipararse en bienestar, desarrollo y progreso con América del Norte, Europa y/o Japón. Y que esto se hace viable con la instauración de la democracia formal, con un achicamiento de las esferas de intervención del Estado, con una soberanía menguada y con una ideología neoliberal. Se genera, así, un fundamentalismo de mercado ya que este, libre y dejado a la regulación de la oferta y la demanda, proveerá el progreso. Pero ¿dónde esta el libre mercado, si el 80% de este lo ocupan 500 transnacionales que realizan a su interior, entre matrices y filiales, el 40% de las transacciones comerciales y financieras? Y estas transnacionales tienen su asiento fundamental mundial de la siguiente manera: Estados Unidos con 224 (48%); Unión Europea 196 (35%); Japón 46 (9%); y, otros 14 (3%). Se cree y propagandiza, con firmeza religiosa, que el libre mercado se autorregula y corrige; pero el comportamiento del sistema financiero mundial en el ultimo decenio contradice, con hechos recurrentes, dicha afirmación:  la crisis de Rusia de 1988, los efectos tequila, tango y zamba, debacle japonés, hundimiento de Malasia, entre los casos mas sonados. Todas estas crisis han sido “crisis de concentración de riqueza” y generadoras de mayor pobreza regional y mundial y los grandes ganadores han sido, entre otros, los grandes  especuladores financieros que, sin control de ningún tipo, son los corsarios con patente de corso del mundo contemporáneo; y sus efectos son devastadores por el alto grado de   incidencia que tiene en los mercados comerciales y financieros la “reflexividad”, vale decir la especulación. No hay sistema político internacional que controle el mercado, sobre todo financiero, ya que este, reificado, ha sustituido las relaciones, que son  sociales, por transacciones entre anónimos. Los efectos sociales de esta ingobernabilidad, por ausencia de política, hacen que los propagandistas, del modelo neoliberal de libre mercado comercial y financiero sin intervención del Estado,  intenten hacernos creer que estos son “amorales” y puramente técnicos, asépticos, determinados por la oferta y la demanda cuando, por sus impactos, son profundamente inmorales; y, por la vía de sus intelectuales orgánicos se difunde  el “fin de la historia, el “fin de las ideologías” y que los focos rojos de la ingobernabilidad mundial se deben al “choque de civilizaciones”. Todas formas remozadas de proposiciones de hace unos treinta años, cuando los antecesores de los modernos mercenarios de la pluma y las ideas visualizaban como estable y definitiva la “sociedad tecnocratica” de ese entonces que, por ende, domesticaría los “espíritus rebeldes”; en esa época se escribía y justificaba el “final de la ideología”, la “desaparición del radar interior”, el “hombre unidimensional” paralelamente a la preeminencia que adquiere cierto tipo de estructuralismo formalista que ignoraba los procesos históricos proponiendo una cultura de los medios por fuera y por encima de los “fines y los valores”. Entre 1968 y la derrota norteamericana en Viet Nam estas protoideologias se vinieron abajo; como se vino abajo, luego, la perversión del socialismo. ¿Cuándo se desfondara la protoideologia del libre mercado? Hay indicios que no precisan tiempo, todavía. Por un lado hay una crisis de legitimidad de las instituciones políticas y del Estado, en tanto que las primera no representan a la población en su conjunto y el segundo readecua su gestión en la dirección de proteger a una minoría, cada vez mas exclusiva y minoritaria, y los bienes de que esta se apropia con la ayuda del propio Estado; con lo anterior el conjunto de las poblaciones nacionales (y sus mayorías de excluidos y desesperanzados) no tienen control democrático sobre las medidas de gobierno que se toman en su supuesto nombre y beneficio. El resultado es perverso. El Estado, sobre todo en los ahora llamados “países emergentes” y neoliberales, ha dejado de proteger a la población, al bien común, ya que los que gobiernan parten de una cosmovision utilitarista alejados, muy alejados, de posiciones humanistas con ideales y principios éticos. Por otro lado, hoy, al filo del siglo y del milenio (y también del jubileo) siguen vigentes condiciones de explotación, alienación y plusvalía que, como siempre antes, generan una contracultura opositora e impugnadora tanto en lo ideológico como en lo cultural, aunque no se exprese con claridad su formulación política. Y la revolución tecnológica de la informática y la comunicación, en curso, favorece la expresión cualitativa y al unísono de nuevos actores en solidaridades ambiguas, como son los grupos de consumidores, de ambientalistas, de derechos humanos, de migrantes, sobre el desarme, alrededor de la infancia, de mujeres, de las minorías étnicas y/o sociológicas, entre otros. Teniendo muy en claro que si bien existe una economía global, no hay una sociedad global que la acompañe y le dé sustento. Y tanto la economía manifiesta crisis recurrentes e inestabilidad, como las sociedades viven crisis de política y gobernabilidad; La coincidencia en tiempo y espacio de ambas, a nivel global, puede significar el desencadenamiento de guerras de alta intensidad (hay demasiadas armas nucleares en zonas sin control efectivo), la emergencia de los señores de la guerra ligados a todo tipo de trafico como dictadores regionales con aspiraciones mundiales, la estructuración de movimientos mesiánicos de base religiosa fundamentalista que den cauce a la esperanza de los excluidos y desesperanzados, o combinaciones varias de los anteriores, entre otros horrores.

 

d).- Aproximación 2   

En las sociedades con tradición de Estado no puede construirse y conservarse la gobernabilidad sin gobierno; es decir, sin el concurso de la política y esta se ejerce en niveles que van de lo internacional y nacional (aunque hay un debilitamiento de las soberanías nacionales establecidas en el siglo XIX) a lo regional, local y cotidiano. Hoy, como ayer, la concentración de poder sin control social y las contradicciones sociales generadas por la acumulación de capital a gran escala siguen siendo vigentes y dando las claves para su transformación. Los totalmente excluidos y marginalizados, así como los semidomesticados, manifiestan un rechazo casi visceral a ser cuantificados por el mercado y que bienes materiales y espirituales y las mismas poblaciones que los producen y portan sean convertidos en mercancías definidas por un precio, pese al proceso de indoctrinacion masiva que, a través de los medios de comunicación masiva, se les impone; confrontan el valor de uso con el valor de cambio de acuerdo con valoraciones sociales derivadas de las diversas contextualizaciones culturales de referencia; ante la masificación defienden estilos propios de consumo. Sin embargo, son puestos por ley, en tanto ciudadanos, como jurídicamente y formalmente libres e iguales cuando, en lo real, su condición económica les restringe la igualdad, la libertad y el derecho de expresión, es decir que los enmudece políticamente. En los países llamados emergentes, los excluidos y los que están en proceso de serlo, se escudan en la sociedad civil, mientras que los económicamente poderosos, aliados de las metrópolis económicas, conforman la sociedad política. Si lo anterior es complejizado con variantes de multiculturalidad, con expresiones de racismo y discriminación, como es el caso de América Latina con sus sociedades indígenas, la exclusión es casi total. La rebelión de los indígenas de Chiapas (México) es la contemporánea de otras anteriores en el continente; por ejemplo la adhesión de los indígenas guatemaltecos a la insurgencia armada desde 1954, la rebelión de los pipiles de Matagalta (Nicaragua) en 1978 y 1979, el movimiento indígena armado Quintin Lame  (Colombia) de 1985 a 1990, el levantamiento de los kuna  (Panamá) en 1924 y 1925, entre otros.   Todos con una raíz común: defensa y afirmación de la dignidad como pueblos discriminados y racializados frente a los Estados nacionales que, en nombre de la soberanía nacional, los convertía en invisibles políticamente y se les negaba el ejercicio pleno de su especificidad socio – cultural. Ninguno planteo la fragmentación del Estado – Nación dentro de cuyas fronteras vivían sino, por el contrario, su participación en la toma de decisiones que, sobre ellos y sus territorios, realizaban y realizan los gobiernos de las sociedades mestizas y ladinas gobernantes.

Los desesperanzados excluidos de la política, los que están en proceso de marginalizacion desencantados del ejercicio de la misma y refugiándose en el individualismo y creyendo en la moda consumista o en las agrupaciones civiles. En cuanto a estas ultimas, en el caso de América Latina, en su mayoría tienden a cubrir los espacios donde el Estado ha abandonado sus obligaciones o no tiene capacidad financiera y técnica para realizarlas como en las cuestiones ambientales, salud publica y nutrición, desarrollo de comunidades rurales y barriadas populares urbanas, niños abandonados o de la calle, promoción y defensa de derechos humanos, cuestiones de genero, capacitación técnica, entre las principales y mas comunes. Pero la mayoría de estas agrupaciones, que se autollaman sociedad civil, aparecen cada vez mas orientadas y dirigidas por el sector privado de la economía internacional, ya que obtienen recursos y abordan temáticas y aplican metodologias que responden a Fundaciones que son parte constituyente de las transnacionales que impulsan y se benefician de la globalizacion económica. La gran mayoría de las inversiones que manejan los grupos civiles de América Latina proviene de Fundaciones de los Estados Unidos, en donde hacen parte de su política exterior, que se basa en la defensa de sus intereses estratégicos que son los intereses estratégicos de las multinacionales que, a su vez, controlan la política norteamericana que se caracteriza por manejar una de las sociedades menos politizadas del mundo. Las Fundaciones europeas en América Latina, con una inversión menor, juegan otro papel, salvo las dependientes de partidos políticos (básicamente de la socialdemocracia y la democracia cristiana) y de orden confesional, se inclinan mas a la cooperación al desarrollo que ser ordenadoras del quehacer y del vivir, por una tradición social e ideológica fincada en la solidaridad y el respeto a los derechos y en el accionar civil de vieja data, paralelamente a cierta mala conciencia de raíz colonial y al desencanto actual de la política.

En las condiciones políticas mundiales, con su tendencia de unipolaridad (Estados Unidos) a tripolaridad o multipolaridad  (Estados Unidos, Unión Europea, Asia – Pacifico, como básicos y Rusia y China en compás de espera)  con una globalizacion económica sin control democrático alguno, redefinir la cooperación internacional al desarrollo en América Latina aparece como imprescindible es este contexto y sobre todo si esta esta dirigida u orientada a regiones indígenas, aunque no exclusivamente. Y, mas aun, cuando las distorsiones de las percepciones sobre los pueblos indios controlan el destino y uso de los recursos humanos y financieros para el desarrollo de esos mismos pueblos. El desencanto de la política por parte de la sociedad civil, tanto en Europa como en América Latina, ha llevado a una disminución de la capacidad critica de los sectores humanistas. Y, por humanistas, contestatarios de lo instituido como poder, abandonando el campo de lo político en tanto que este es parte, nada desdeñable, de la transformación del orden social y abonando al proceso de alienación que impone, sin trabas, la globalizacion económica y protoideologia neoliberal. Reconstruir un pensamiento critico sobre, con y de la cooperación hacia los pueblos indios de América Latina (y no solo hacia ellos) implica establecer distinciones entre tradición y costumbre, entre otras. La mayoría de la población indígena latinoamericana esta constreñida por la costumbre, producto tanto de un proceso colonial no acabado ni resuelto, como de una situación de resistencia socio – cultural de centurias que se confunde con tradición; alienación, pues. La costumbre es, así, la repetición de actos mecánicos que se piensan como permanencia de identidad en relación con el pasado y que se duplican de generación en generación manteniendo un orden preestablecido, inalterable condición de negación del tiempo y de la historia. Ayudar y propugnar por el respeto, rescate y conservación de la costumbre es abonar el campo de la alienación del “otro” y folklorizarlo y abandonarlo al no – futuro, o al zoológico de la cosificacion y la pasividad. Convive y comparte espacios con la costumbre población indígena que se basa en la tradición, es decir en la memoria del tiempo y la historia, acumulando códigos de conducta e interpretación, sacados de la experiencia individual y colectiva, produciendo saberes que se acrecientan, adquiriendo información que se sistematiza, dando explicación al presente y proponiendo acciones en el presente para otro futuro; en la tradición se recrea algún futuro, siempre mas o menos incierto pero haciendo algo que lo garantice. Apoyar la tradición, si hay capacidad de generar un dialogo intercultural, es abrir el espacio de las posibilidades (las suyas, principalmente, pero no las únicas) a la dinámica de las transformaciones; es decir la comprensión de las acciones mas allá de las fronteras inmediatas y construir perpectivas hacia un futuro probablemente digno.

La relación y distinción entre tradición y costumbre en sujetos colectivos, vale decir en la dimensión histórica de los grupos indígenas es el campo de la comprensión de las situaciones, los comportamientos y las instituciones culturalmente pautadas y en condiciones dadas. Es decir que potencial de acción tiene un pueblo indio en circunstancias especificas y que es lo que hará mas fácilmente. Puesto en otros términos, nos referimos a la consciencia y praxis posible y a la consciencia y praxis reales; en tanto que la etnografía nos dice que la flexibilidad cultural se alía con la tradición y la rigidez cultural con la costumbre. Y la lucha por el futuro es la lucha de hoy por las consciencias sociales posibles y reales discriminando la falsa consciencia, en nuestro caso el exotismo.

 

e) Contexto Coetáneo: el Istmo de Tehuantepec.

Con la Cuarta Carta de Relación de Hernán Cortés comienza un desvelo constante, a través del tiempo, para las estructuras occidentales hegemónicas, alrededor del Istmo de Tehuantepec: la comunicación interoceánica por el mismo. Esta idea fija, obstinada, comienza a tomar forma 250 años después (Bucarelli) y a principios del siglo XIX y finales de la colonia Humboldt plantea su potencial, entre otras probabilidades (Nicaragua, Panamá , Darién o Cupica y Raspadura).

La naciente república mexicana, a la cual le lleva más de un siglo traumático la organización nacional, no quita el dedo del renglón en una compleja relación interna y externa debida tanto a las pretensiones expansionistas de los vecinos del norte como de las aspiraciones dominadoras de los del otro lado del Atlántico. En y alrededor del Istmo de Tehuantepec aparecen figuras públicas con posiciones a veces complementarias y otras contradictorias: Obregozo, Giordan, Santa Anna, Garay, Matías Romero, Ocampo, Miramón, Juárez y Porfirio Díaz, entre otros mexicanos; intervienen norteamericanos como Buchanan, McLane, Hargous, Lagere, Slidell, Renterie, Sloo, Grant, Eades; ingleses como Manning, Mackindtoch, Shneiden, Pearson; y franceses como DeGyves y Brasseurs. Entre ellos, y otros, se teje una urdimbre en muchos niveles con un solo eje. Se estudia, investiga y proyecta, se hacen tratados que se ratifican, rectifican y rompen, se afirma soberanía y se concesiona territorio a plazo fijo, se promueven obras y colonización a través de empresas constructoras y deslindadoras, se comercia abasteciendo a las anteriores y traficando con maderas preciosas tropicales. Todos los que juegan y las situaciones que se crean giran en y alrededor del eje propuesto de comunicación interoceánica ístmica: ferrocarril o canal o ferrocanal. Todos lo quieren, consecutivamente, por distintas razones y todos lo rechazan, sucesivamente, por razones coyunturales tan buenas como las anteriores.

En este siglo, en su primera década, Porfirio Díaz inaugura los puertos de Minatitlán y Salina Cruz, unidos por el Ferrocarril del Istmo, Pearson funda la compañía petrolera El Águila e instala la primera refinería en la región. En la década siguiente cruza el primer buque, por cierto de bandera norteamericana, por el Canal de Panamá y Carranza da por terminado el contrato sobre puertos, ferrocarriles y telégrafos que se tenía con Pearson&Co. Veinte años después, Cárdenas decreta la expropiación petrolera, luego de derogar el artículo octavo del Tratado de 1853 de  límites entre México y Estados Unidos cancelando los derechos de tránsito, de estos últimos, por el Istmo. Para mediados del siglo ya se transita por la Carretera Panamericana en el Istmo y está pavimentada la de Coatzacoalcos a Salina Cruz, mientras que entran en operación la planta de amoníaco en Cosoleacaque y el oleoducto de Minatitlán a Salina Cruz y se comienza la construcción del complejo petrolero Pajaritos. Para mediados la década de los años setentas se iniciaban las construcciones petroleras de Cangrejera y la refinería de Salina Cruz. En 1977, los puertos industriales y petroleros de Coatzacoalcos y Salina Cruz son concebidos como los extremos de un ambicioso proyecto llamado Servicio Multimodal Transístmico, conocido popularmente como “Alfa-Omega”, cuyo eje era el de proponerse como una alternativa terrestre al Canal de Panamá. Si bien la perspectiva resulto adecuada con el tiempo, en ese entonces era un proyecto inmaduro; para realizarlo se requerían transformaciones jurídicas, administrativas y fiscales nacionales, además de políticas sociales y ambientales claras y de envergadura que remontaran atrasos y rezagos. Lo único que había eran  ideas, voluntad y alternativas tecnológicas, además de que se perfilaba un cambio dramático en la situación políticoeconómica internacional que darían la visión de “marco de necesidad objetiva” a la comunicación transístmica.

Las aproximadamente 3 millones de hectáreas ístmicas que nos ocupan han sido una zona de asentamientos humanos antiguos, aunque no muy densos; es decir, que ahí hay 3 mil 500 años de poblamiento constante, hasta donde hoy se sabe. Laguna Zope (Oaxaca) sería el sitio regional más antiguo de la etapa de  las aldeas. Luego, en Veracruz, estarían San Lorenzo, Tres Zapotes y La Venta en la frontera tabasqueña, que son productos de los Olmecas quienes, según Alfonso Caso, formarían la “cultura madre” de otras (Maya, Teotihuacana, Tajinense, Monte Albanense y demás). A los tres sitios anteriores de la vertiente del golfo y expresiones de la etapa de los centros urbanos, hay que sumarle Saltillo (Oaxaca).  En la próxima etapa cronológica, la de los señoríos, aparecen Tehuantepec y Guiengola (Oaxaca) como hitos destacados en la región istmeña. A mediados del siglo pasado, la Didjazá  predominante del istmo sur, Doña Juana Cata, le impide el acceso de Guiengola al sacerdote-aventurero-explorador-arqueólogo-literato francés Charles Etienne Brasseur “dit de Bourbourg”. A partir de la construcción de naves, para explorar el Mar del Sur, ordenada por el conquistador Cortes, la suerte y el destino de la región y sus pueblos indios queda ligada y entretejida con los avatares coloniales y republicanos de Nueva España y México. Tiempo lento de un largo proceso regional de intercambios terrestres en el eje este-oeste que se va perfilando, en el presente, hacia relaciones interoceánicas norte-sur.

En las Relaciones Geográficas de fines del siglo XVI referentes a Guazacualco y Teguantepec, las que conjuntamente se refieren al territorio aproximado y actual que nos ocupa, aparecen informaciones importantes. De la vertiente del golfo nos comunica que hay 20 españoles casados, con 76 pueblos tributarios habitados por 3,000 indios de lenguas “mexicano corrupto”, popoluca, mixteca y zapoteca. De la vertiente sur  se dice que hay 25 españoles casados en 3 cabeceras con 37 localidades tributarias habitadas por 4,620 indios de lenguas chontal, mixe, mixteco, náhuatl, guazonteco (huave) y zapoteco y que esta última es la lengua franca regional. En estos documentos se informa de la dramática caída de la población indígena regional en treinta años (1550-80) estimándose la misma en aproximadamente el 84 %. Estas fuentes dan cuenta de la humedad, ricos suelos y abundancia de agua en la zona norte y de la sequedad, suelos magros y arenosos y los pocos cursos de agua en la planicie costera sur; zonas divididas por la Sierra Atravesada. En ambos lados, con sus pesos relativos, se anota la diversidad agrícola, frutal, mineral y faunística de cada una. Pedro de Alvarado, de triste memoria, pasaría por el Istmo “por ser el más principal camino que hay desde la Ciudad de México a la de Guatemala”.

Durante la época de consolidación conquistadora (siglo XVII) la relación colonial regional fue ríspida, desembocando en insurrecciones como la lidereada por los zapotecos istmeños en 1660 a la cual se suman zoques, mixes, chontales, huaves y zapotecos serranos. Durante un año se autogobiernan con su principal Don Marcos de Figueroa, descendiente de Cosijopii. Son derrotados y masacrados por las fuerzas de la Corona, su principal vendido como esclavo a las minas zacatecanas. No mejoran las situaciones con la República. En 1831 y 1853 hay dos grandes rebeliones popolucas, a los que se les suman nahuas, en los momentos en que se da un proceso de colonización regional con inmigrantes franceses. Poco después juchitecos y tehuanos se rebelan contra Juárez por los impuestos sobre la comercialización de la sal que se pretende aplicarles. Movimiento que culmina con juchitecos contra tehuanos. Los primeros eran tributarios de los segundos y estos eran depositarios de la autoridad gubernamental. En la vertiente norte del istmo, entre 1862 y 1864, los popolucas apoyan el movimiento autonomista regional de Juan Sagredo y en contra de la intervención francesa. En 1906, popolucas y nahuas se suman a la rebelión magonista de Acayucan, en el cual participan yaquis liberados por la fuerza de su condición de esclavos en las haciendas azucareras. Fracasan, son derrotados, y vuelven a tomar las armas entre 1908 y 1914 contra los poderes oficiales y caciquiles de ese entonces. En 1910 y 1931 los juchitecos vuelven a tomar las armas en defensa de sus derechos territoriales y en contra de los poderes y ordenanzas territoriales emanadas desde los Valles Centrales de Oaxaca. Cincuenta años después Juchitán se convierte en el segundo municipio de oposición a nivel nacional y primero estatal.

Del siglo XVI en adelante la población istmeña, sobre todo indígena pero también negra y mestiza, ha estado coercionada por ciclos económicos marcados con pesos relativos espaciales y temporales diferenciados, tanto en la vertiente norte como en la sur. Estos ciclos fueron orientados por el cultivo del cacao, tabaco, algodón, ixtle, caña de azucar, pimienta, añil, café, pasturas, arroz y ajonjolí, con el maíz de acompañamiento y autoconsumo; mientras hay maíz, algo todavía funciona. A los anteriores se les entrecruzó la extracción de sal, oro, maderas finas, petróleo, puzolana, cal, marmol y la imposición paulatina de ganadería en el trópico. Estos procesos productivos escalonados y/o combinados, según los casos, conjuntamente con sistemas de comunicación y servicios más eficientes y adquisiciones tecnológicas más complejas fueron creando formas diferenciales de acceso y uso de la tierra, tanto a nivel rural como urbano. De la hacienda colonial con sus encomiendas y esclavos, y las congregaciones con manto evangelizador a la pequeña propiedad, el ejido y la comunidad actual implicó múltiples transformaciones. Hoy, en el Istmo, predomina la propiedad social de la tierra con 1,230 núcleos agrarios de los cuales el 95 % son ejidos y 5 % comunidades. Sin embargo solo 249 núcleos agrarios están en municipios que tienen del 51 %  al 100 % de población indígena estimada; otros 73 núcleos están en el rango de 31 a 50 %  y 908 con 30 % y menos. Es decir que los  mayoritariamente excluidos en el proceso histórico de apropiación de la tierra han sido, en este siglo, los pueblos indios, sobre todo en el istmo veracruzano, ya que en el oaxaqueño los núcleos agrarios en municipios con mayoría absoluta de población indígena, casi duplican a los que se encuentra en municipios predominantemente mestizos. Es decir que en el istmo sur es más clara la división entre propiedad social indígena y pequeña propiedad mestiza. Ahora bien, en sí misma, la tenencia de la tierra nos dice bien poco si no la correlacionamos con sus condiciones y potencialidades.

La región ístmica es una de las grandes  áreas “teóricas” de biodiversidad nacional y su riqueza se debe a que es un espacio de confluencia de los reinos neotropical y neártico y de las biotas de los Golfos de México y de Tehuantepec. Este entretejido biológico es delicado y frágil. Las alteraciones a este marco ambiental son evidentes, medibles, y todas tienen base en “proyectos de desarrollo” de distintos tipos. Selvas arrasadas para instalar población indígena afectada por presas (Uxpanapa); ganadería extensiva y sobrepastoreo (Veracruz), colapso forestal en el istmo veracruzano; deforestación inducida de 53,000 has para construir presa y distrito de riego inservibles (Presa Benito Juárez y D.R. No. 19); utilización indiscriminada de plaguicidas y fertilizantes químicos (Parathión, Dimocab, Gramoxone, Carmex, Lanate, Furandann, Dimethosfe, Manzanate D-80); promoción del cultivo del café más allá  de sus límites altitudinales (serranías popolucas, mixes, zoques y zapotecas); contaminación de curso de agua por desechos industriales y urbanos (el Coatzacoalcos ya es un río muerto); derrames petroleros y químicos (11 rupturas graves de poliductos en Salina Cruz en los últimos 10 años); instalaciones industriales y agroindustriales inadecuadas y mal ubicadas (ingenios azucareros Santo Domingo y López Portillo sobre rió Los Perros y Chicapa, 200 km2 desvastados entre Minatitlán, Cosoleacaque y Coatzacoalcos); deterioro grave del suelo y su capacidad productiva (los chontales oaxaqueños pasaron de tonelada y media de maíz a solo 200 kg. por hectárea en 8 años, en Morro Mazatán); contaminación de lagunas costeras y aguas marinas (sistema lagunar huave, puertos de los dos golfos). Además de lo anterior hay tres zonas de específica biodiversidad que se encuentran severamente amenazadas y presionadas por intereses madereros y de colonización espontánea y planificada (Chimalapas, Los Tuxtlas y Uxpanapa). El turismo mal planificado también deja su huella, como en Huatulco, en donde se eliminó el caracol púrpura panza y se presiona a uno de los restos importantes de  selva baja caducifolia que quedan en el país, amén de generar un cordón de miseria con la población indígena y mestiza regional.

A estos efectos negativos de un desarrollo económico y productivo mal planificado hay que agregarle los resultados de una política caótica de población regional. Para fines de la década de los años sesenta había un poco mas de 200 mil habitantes en el Istmo el 83% de los mismos pertenecía a un grupo étnico (originario o por migración). Para 1990 la población regional se acerca los 2 millones de habitantes, siendo indígenas el 51% en el istmo oaxaqueño y 13 % en el veracruzano. Es decir, la población indígena pasa a representar el 24 % de la población global istmeña. Ahora bien, del total de población istmeña, el 40 % vive en 15 ciudades con más de 20 mil habitantes, el 76 % en 10 ciudades veracruzanas y 24 % en 5 oaxaqueñas. El resto, alrededor del millón 200 mil habitantes, se reparten en 3,022 localidades istmeñas. La población indígena en la zona pertenece a 12 grupos étnicos distintos: zapotecos, nahualt, mixes, popolucas, huaves, chinantecos, zoques, mixtecos, chontal de Oaxaca, mazatecos, tzotzil y chochos. En los 80 municipios ístmicos hay población indígena con distinta densidad y presencia. En 35 municipios la población indígena estimada está  entre el 51 y el 100 % de sus habitantes, en 5 entre el 31 y el 50 % y en 40 está  presente con menos del 30 %. Entre los primeros se encuentran 17 de alto índice de marginalidad y expulsión de población. Es decir, que entre los municipios más indígenas de la región se concentran los rasgos de población mas vulnerable si observamos que, además, el 37 % de su población es analfabeta, el 73 % de los mayores de 15 años no tienen la escuela primaria completa, el 42 %, el 67 % y el 84 % de sus viviendas no cuentan con electricidad, agua entubada y drenaje, respectivamente, y el 71 % de sus habitantes se dedican a actividades en el sector primario. Es sobre estas condiciones sociales y ambientales que se plantea la concreción de una “renovada” versión de conexión transístmica, pero hora en la perspectiva de la globalizacion económica.

En marzo de 1996 se conoce la existencia de un “Programa Integral de Desarrollo Económico Para el istmo de Tehuantepec (Oaxaca-Veracruz)” por el cual, ahora si, esta región accederá  al tan esperado “desarrollo”. El eje del mismo es la modernización, por licitación, del ferrocarril y las dos terminales portuarias que une, la construcción de carretera rápida de cuota y equipamiento urbano. Sobre este eje se identifican un total de 125 proyectos: 20% urbanos; 18.4 %  petróleos y petroquímicos; 6.4 % portuarios; 6.4 % forestales; 5.6 % carreteras; 4.8 % minería; 4.8 % agroindustriales; y 3.2 % turismo.

El Programa planteado se ubica en la perspectiva de insertar la región en la circulación de bienes y servicios a gran escala en el mercado mundial, articulando dos de las tres cuencas marítimas más importantes para las transacciones internacionales: la del Atlántico Norte y la del Pacífico. Por las dimensiones de infraestructura física y requerimientos financieros, el Programa Integral es llamado, “normal y adecuadamente” como Megaproyecto del Istmo. La percepción popular es certera. Además es obvio que, asumiendo la globalización como un proceso consumado, el país debe utilizar todas las ventajas comparativas que tiene a su disposición para participar en los grandes flujos comerciales internacionales, es su derecho y su necesidad; pero su ejercicio es más, mucho más, que la ubicación de proyectos sobre un mapa pasando por encima, “olvidándose”, de las sociedades regionales y sus ecosistemas. Los ausentes en la propuesta, aunque supuestamente para su beneficio, son el ambiente y la población  que detenta la propiedad social de la tierra, tanto campesinos mestizos como indígenas empobrecidos. Población que, en general, comparte las condiciones de una sociedad civil débil, poco y mal organizada, poco y mal informada, poco y mal articulada. Se trata, entonces, de la construcción de una interrelación de ambientes y sociedades locales en términos permanentes, en donde estas sean partes integrantes completas del megaproyecto, en donde lo cualitativo (ecosistemas y socioeconomías regionales, información de calidad y promoción y protección de derechos) sea condición inaplazable de participación en la creación de mecanismos reguladores y de evaluación, en la corrección de impactos y en la toma de decisiones, conjuntamente con los planificadores e inversionistas, estatales y/o privados.            .

Es en el Istmo de Tehuantepec donde están dadas las condiciones para repetir los fracasos del pasado alrededor del desarrollo regional, la marginación campesina y la segregación de los pueblos indios. También en el Istmo de Tehuantepec se encuentra el potencial, no-discursivo, de un programa de desarrollo sustentable, tecnológicamente apropiado, ecológicamente orientado, democráticamente concebido, culturalmente adecuado, a través del cual se construya una nueva relación entre la región y la nación, entre lo local y lo universal, entre el Estado y los pueblos indios. ¿Será?

f).- Agenda de Búsqueda: perspectivas inmediatas al siglo XXI.

La situación actual en el Istmo de Tehuantepec y las posiciones que distintos grupos han tomado, sobre el Megaproyecto, abarcan un  abanico que va desde la oposición radical a que se realice al extremo opuesto de que se haga cuanto antes, pasando por una posición que se pregunta por los ¿cómo, cuando, que y quienes?  El primer grupo reune a algunas asociaciones civiles promotoras de derechos humanos y ambientalistas, las que movilizan a pequeños grupos de productores indígenas y campesinos mestizos empobrecidos, con un reclamo fundamental de información por parte de las instancias gubernamentales y sin propuesta concreta del quehacer hoy para mañana. El otro extremo reune a comerciantes e industriales pequeños y grandes que ven en el proyecto la forma de revivir sus empresas, que se encuentran en franca decadencia frente a un mercado desplomado y que se preparan para obtener ventajas en alianza con la clase política veracruzana y oaxaqueña. La otra franja del abanico le da distintos énfasis a las preguntas que se hacen y agrupa tanto a algunas autoridades municipales, a las que les preocupa el desempleo y que teóricamente ofrece solucionar el proyecto, como a organizaciones de productores indígenas que ven la manera de reconvertir sus líneas de producción  actual (ganadería pequeña, pesca ribereña y lagunaria, agricultura de autoconsumo y comercial, extracción de sal  e ineficientes sistemas de explotación forestal) y crear otras nuevas buscando ventajas comparativas ya que ellos son poseedores legales de mas del 60% del territorio de impacto. Es en estos últimos dos sectores (municipios y organizaciones indígenas) en donde hoy se concentra la mayor base social. Y es en ellos que aparecería el lugar idóneo de concentración de esfuerzos. Esfuerzos que irían, y ya comenzaron, en primer lugar, orientados a la transferencia de información de calidad sobre los contenidos del Megaproyecto del Istmo. Información que genere condiciones de toma de decisiones por estar contextualizada a nivel internacional, nacional, estatal, regional y local; y que se asiente sobre las tradiciones  culturales locales y regionales. Información transferida no solo a los grupos dirigentes sino que, fundamentalmente, a las asambleas comunitarias y de organizaciones de productores. Ahí es donde tendrán que tomar decisiones sobre su futuro, en relación con el Megaproyecto. Es a partir de aquí que se procesa, local y regionalmente, la formulación del plan de desarrollo propio. Plan con el cual podrán, recién ahí, negociar inversiones y/o establecer demandas sobre satisfactores que determinen necesarios y prioritarios; asi como solicitar la concurrencia tanto de las organizaciones civiles que tengan algo que aportar en capacitaciones técnicas especificas, como los apoyos que requieran de la cooperación internacional y de acuerdo a sus propios términos locales. El proceso esta abierto, recién comienza y acompañar a la población indígena local en el pensar y en el hacer es un reto al futuro. Son estas poblaciones las que, en un amplio espectro de alianzas puntuales, pueden recuperar la iniciativa del control social, político y productivo de sus localidades y de la región. E involucrar las fuerzas nacionales e internacionales que necesiten.          

 

g).-Bibliografía Básica de Referencia Inmediata.

Balandier, Georges

1993    “El Desorden: La Teoria del Caos y las Ciencias Sociales. Elogio      de la Fecundidad del Movimiento”. Gedisa, Barcelona.

Beer, Stafford

1977          “Diseñando la Libertad”.

F.C.E., Madrid.

Chomsky, Noam y Heinz Dieterich

1998         “La Sociedad Global: Educacion, Mercado y Democracia”.

Introduccion de Luis Javier Garrido.

Joaquin Mortiz, Mexico.

Eschilo

   (1991) “I Persiani”.

               Traduzione e cura di Monica Centanni

               Feltrinelli, Milano.

Eschilo (Eleusi 525 a.C. – Gela 455 a.C.) 

 

Foucault, Michel

1981                 " Arqueologia del Saber," Siglo XXI, Mexico

1984         “La Verdad y las Formas Juridicas”

Gedisa, Mexico.

Goldmann, Lucien

1970       “Marxisme et Sciences Humaines”

Gallimard, Paris.

1971       “Filosofia y Ciencias Humanas”

Nueva Vision, Buenos Aires.

Gray, Andrew

    1995   “La Lucha por los Derechos Indigenas y el Combate de la Injusticia a la Luz de la Conferencia                   

               sobre Desarrollo Social”.

               en Mundo Indigena 1994—1995. IWGIA, Copenhagen.

Heymann, Eugene, Luciano Martins, Philippe Barret y Sesame

1977      “Empresas Multinacionales y Division Internacional del Trabajo”

Ed. Sigueme, Salamanca.

Ki – Zerbo, Joseph et al.

1992      “Compagnons du Soleil”

La Decouvert / UNESCO, Paris

Max – Neef, M. et al.

1986      “Desarrollo a Escala Humana: una opcion para el futuro”

en Development Dialogue, Numero Especial. CEPAVE / Fundacion Dag Hammarskjold

Uppsala.

Nigh, Ronald y Nemesio J. Rodriguez

    1995  “Territorios Violados: Indios, Medio Ambiente y Desarrollo en America Latina”.

              CNCA / INI, Col. Presencias Nro. 68, Mexico.

Renard, Marie – Christine

1998         “Los Intersticios de la Globalizacion: Un Label (Max Havelaar)”.

Prefacio de Thierry Linck. CEMCA, Mexico.

Rifkin, Jeremy

1996      “El Fin del Trabajo: nuevas Tecnologias contra puestos de trabajo – el nacimiento de una nueva era”.

Paidos, Mexico.

Rodriguez, Nemesio J.

1996      “¿Otra Vez el Maiz?: perspectiva contra la vision orweliana ominosa o el juego de las paradojas”.

INI, Mexico.

1997      “Istmo de Tehuantepec: de lo regional a la globalizacion ( o apuntes para pensar un quehacer)”.

(INI / PNUD, Mexico.

 

Saxe – Fernandez, John (Coordinador)

1998      “Globalizacion: critica a un paradigma”.

UNAM / Plaza Janes, Mexico.

Seneca, Lucio Aneo

   (1997) “Cartas a Lucilio” (6.4)

               Selección de Jordi Cornudella. Editorial Peninsula. Barcelona.

               Seneca (Cordoba 4 a.C. – Roma 65 d.C.)

Soros, George

     1998 “Hacia una Sociedad Global Abierta”.

en NEXOS Nro. 243, Mexico.

1999      “La Crisis del Capitalismo Global: la sociedad abierta en peligro”

Plaza y Janes, Mexico. 

 

Vattimo, Giorgio

1987      “La Fin de la Modernite. Nihilisme et Hermeneutique dans la Culture Post-Moderne”

Seuil, Paris.

 

 

Attacbouton.jpg (1599 bytes)